Ha sido un placer formar parte del grupo de ganadores del II Concurso de Relato Breve San Valero 2022 organizado por Imperium Ediciones. Ha sido publicado en el libro Inmortal II, el cual reúne los relatos de todos los ganadores del certamen.
Dentro del libro os encontraréis con historias que transcurren por la Inmortal ciudad de Zaragoza, en las que se muestran entornos y personas que, quizás, guardan similitud con las que te encuentras a diario mientras caminas por sus calles.
Para mis lectores y lectoras de otros países que no podéis acceder a mi escrito os lo dejo en este post. Espero que os guste.
EL ESPÍRITU DEL EBRO.
Carla y su amigo Miguel se encontraban paseando por el Ebro. Con Supernova a la espalda y todo el paseo de Ranillas por delante, aún les quedaba un buen trecho para llegar al Parque del Agua.
—¿Por cuánto tiempo más haremos esto, Carla?
—¿A qué te refieres?
—Ya lo sabes bien.
Carla no respondió y siguió caminando bajo las miradas de sorpresa de los que se encontraban por ahí. Agachó la cabeza y aceleró el paso.
—Miguel, te he dicho que no me hables cuando haya gente cerca.
—Pero ya estoy cansado. Quiero irme. Necesito irme.
—¡No!
Una pareja que estaba tomando el sol se giró alarmada por el grito.
—Chica, ¿estas bien? —le preguntó el joven.
—Sí —contestó con sequedad dándole la espalda.
A la altura de la pasarela del voluntariado, Carla se giró para contemplar el Pilar.
—Cuando éramos niños, siempre nos gustaba jugar en este puente. ¿Por qué lo dejamos atrás?
—Has crecido y estas sola.
—Te tengo a ti.
—Sabes que esto no podrá acabar bien. Ha pasado mucho tiempo y mantenerme a tu lado solo te causa daño.
—Eso me da igual.
—Pero no a mí.
Carla empezó a llorar y cerró los ojos con fuerza. Cuando los abrió, Miguel no estaba a su lado. La gente seguía mirándola, pero ella continuó ignorándolos y siguió su camino hacia el parque. No tardó mucho en llegar hasta su entrada. Allí le estaba esperando Miguel.
—Por favor, Carla ya vale. La chica respiró hondo y lo miró con pena.
—Ven conmigo, por favor —le contestó aguantando el llanto—. Recordemos una última vez cuando éramos felices.
Él asintió y se acercó a ella.
—¿Una última vez?
—Te lo juro.
Anduvieron por el parque durante un par de horas. Parecía que se relajaban, pero sus risas eran falsas. Sus conversaciones forzadas. Llegaron al lago principal y se quedaron en silencio. Durante todo el camino, Carla había estado recogiendo flores de distintas plantas para hacer un ramo.
—Otra vez aquí —dijo Miguel.
Carla depositó el ramo sobre el césped, en la zona más cercana al agua.
—Donde te ahogaste.
—Si no me sueltas, nunca podré irme y descansar.
—Te echo mucho de menos, no quiero quedarme sola.
—Libérame o siempre lo estarás. Deja de venir a visitarme. Vive tu vida sin mí. Se feliz sin mí.
Carla lloraba sin poder controlarse. Llevaba visitando ese lugar, repitiendo exactamente el mismo recorrido desde que ocurrió el accidente, más de doce años atrás.